Un día antes del choque liguero ante el Anaitasuna de la Jornada 25, este diario tuvo de nuevo el privilegio de compartir un entrenamiento con el club leonés. La preparación se dividió en una sesión de vídeo, en un calentamiento, en una sistemática y finalmente en unos estiramientos. El equipo destaca por su gran ambiente con una de las plantillas más jóvenes y con más canteranos de la Asobal. Los valores, el compromiso y el trabajo son las señas de identidad de un club histórico y de una ciudad que respira balonmano.

León es Ademar y viceversa. Son dos elementos intrínsecos e inseparables que no pueden vivir uno sin el otro. Y es que en esta ciudad se respira balonmano como ocurre en pocas otras de España, porque aquí se vive este deporte con una pasión inaudita. Una tradición que nació en 1956 y que se imparte desde la base a niños y niñas en muchos de los colegios leoneses, con un protagonismo destacado para el Marista San José gracias a la labor de una institución como el hermano Tomás, se ve con orgullo representada en su máximo exponente en el Ademar León, una entidad que es mucho más que un simple club, y que por culpa de su situación financiera vio peligrar su supervivencia la temporada pasada.

Como «no es lo mismo contarlo que vivirlo», un redactor de MARCA.com vivió in situ, como uno más, un entrenamiento con el equipo leonés para tratar de entender el sentimiento de los profesionales que defienden su escudo, en especial los jugadores que salieron de una de las canteras más prolíficas del balonmano español. Después de un año, el estado económico aún no es el idóneo, pero tampoco es tan agonizante como entonces, cuando provocó la salida de numerosos profesionales a otros clubes nacionales o extranjeros. Sin embargo, los que decidieron quedarse, junto a la inestimable ayuda de los más jóvenes, están cuajando una notable temporada, teniendo muy cerca dejar al equipo de nuevo en puestos europeos.